radiante

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tomada por: Angelica Ardila

jueves, 3 de mayo de 2012

El diario

 

Tras el despertar de una pesadilla siempre queda un sabor amargo en la lengua, un sentimiento de incertidumbre, el no saber si fue verdad ó mentira.

Noche tras noche Amalia sufría la misma pesadilla, era como una maldición. Susurros que le atormentaban y gritos que la hacían  estremecer; esta noche en especial Amalia despertó  horrorizada, a tal punto que encendió la vela de su mesa de noche, se aferro a su camándula y dijo entre cortando su respiración -¡Ay Dios mío!! ! Ya no se que mas hacer!-.  Se levantó de la cama y fue a la cocina  por un vaso de leche caliente para ver si podía conciliar el sueño, después de calentar la leche fue rumbo a la sala y se sentó en un sofá de madera ya podrida y de terciopelo rojo desgastado, prendió la chimenea; pero antes de tomar la leche Amalia sintió  un susurro frío en su oído que decía “ven Amalia, prometo darte aquello que deseas con tanto fervor”. Amalia gritó despavorida. Ahí  fue cuando todo cambio, las paredes empezaron a derrumbarse y el fuego de la chimenea se volvía más y más abrasador. Amalia agarró su abrigo, las llaves de su casa y un diario en el cual escribía  desde sus más íntimos sentimientos hasta aquellos sueños que le atormentaban.

Al salir corriendo de la casa Amalia botó en el jardín su diario, pudiendo así dejar una parte de su intimidad. A los pocos segundos la casa se consumió en llamas y el único objeto que no se quemo fue el diario. Aquel terreno quedo en el olvido.

Muchos años después aquel terreno fue ocupado por una familia algo pequeña, conformada por el señor Eduardo, su esposa Martha y sus dos hijos José y Adrian, quienes construyeron una casa hermosa. A los dos meses de construida la casa, ellos empezaron  a arreglar el jardín. Y allí tras una roca encontraron el diario de Amalia; Noche tras noche la familia se sentaba frente a la chimenea a leer las aterradoras vivencias de esa mujer. Hasta que una noche mientras leían la página 33 del diario, la chimenea se apago y una voz empezó a gritar enfurecida  -¿he sido  de entretenimiento  para ustedes? ¡Y si fui yo  quien atormentó a Amalia!-  la familia lloraba desesperada  y suplicaba a aquella voz que no les atormentara más. 2 horas duro aquel acontecimiento. El señor Eduardo  empezó a sufrir de angustia al ver que no podían irse del terreno y que tampoco podía detener el sufrimiento de su familia.

Noche tras noche gemidos estremecían la casa y la familia no hacía más que llorar, hasta que en una mañana decidieron solucionar el problema; a Martha y a Adrian se les ocurrió la idea de averiguar quién había sido el espíritu mientras estaba vivo y que cada miembro de la familia se dedicaría a buscar un objeto que fuera de la pertenencia del espíritu.

Adrian descubrió que el espíritu murió en el predio 2 siglos atrás, era un campesino ovejero, vivía con su esposa  y 3 hijos quienes lo abandonaron una noche de febrero debido a la adicción que el hombre sufría por el licor.  Al darse cuenta de la situación el hombre quien se llamaba Octavio decidió suicidarse, disparándose un tiro en la boca, con tan mala suerte que no murió al instante sino que duró  3 días agonizando. Teniendo esta información en sus manos la familia del señor Eduardo intuyo que el objeto que era necesario encontrar era la escopeta con la cual Octavio se había disparado, y encontrar el motivo por el cual este hombre atormento de manera tan brutal a Amalia.

Cavando en el jardín la familia encontró la escopeta junto con unas fotos de Octavio con su familia, allí fue cuando Martha se dio cuenta que podría haber un motivo por el cual Octavio se desquitaba con Amalia cada noche; En el diario de Amalia había una foto de bolsillo de ella, comparándose con la foto de la esposa de Octavio se dio cuenta que  estas dos tenían un parecido físico bastante notable. Martha comento la idea a su familia y les sonó bastante lógico así que decidieron contactar al espíritu, al frente de la chimenea pusieron un altar con velas, incienso, las fotos de Amalia, las fotos de la familia de Octavio y la escopeta. Pasaron las horas y el espíritu no aparecía hasta que  de repente se empezaron a escuchar pasos que con el paso de los segundos se volvían más fuertes y firmes, la familia trato de no entrar en pánico pero fue algo imposible ya que una niebla espesa empezó a invadir la casa, la respiración de todos los habitantes de la casa empezó a entrecortarse hasta que todos, uno a uno empezaron a caer al piso en un sueño profundo; cuando despertaron ya no había esperanza de sobrevivir el fuego consumía la casa aceleradamente, todos dirigieron la mirada hacia la ventana que quedaba al lado de los vestigios de lo que contados instantes atrás fue la chimenea; allí vieron entre el fuego, las cenizas y el humo la silueta de un hombre regordete quien se reía.

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