radiante

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tomada por: Angelica Ardila

lunes, 18 de noviembre de 2013

Historia de la noche

Es curiosa esa sensación que queda después del todo; ¿A caso queda algo? o ¿un adiós es capaz de borrar todo?¿que nos queda después del calor? de una fantasía efímera... ¿a caso queda algo?

Esta noche no vine en búsqueda de nada, porque el amor no se busca y el placer se consigue en el éxtasis de la noche, le contesté con una mirada acompañada de una complice sonrisa. Es sencillo dejarse llevar por el amor al juego, a las ilusiones de la noche y a los besos de un caballero qué en el transcurso de las caricias se convierte en un lobo capaz de devorar por algunos instantes todo aquello que ha dolido por años.

Es supremamente sencillo esconder quienes somos tras máscaras perfectas que seducen a voluntad a nuestra próxima víctima, aquella que miramos durante cierto tiempo y sabemos que por unos instantes serán  útiles para sacudir nuestra soledad, sin importar sí después de eso volverán a ser parte de nuestras vidas o se transformarán en un recuerdo que al poco tiempo y después de un par de noches como éstas se borrarán totalmente como cuando un castillo de arena se desvanece luego de que sube la marea y es barrido por el mar. En la actualidad es muy sencillo comparar el amor con placer y las mariposas en el estómago con las cosquillas en la entrepierna ... Quizás por eso es que los sentimientos dejan de existir y los confundimos con la adicción a las emociones fuertes.

Para conquistar todos hablamos de asuntos trascendentes, le hacemos entender a aquel otro ser humano que ni si quiera nos importa más que un juego de carreras, qué somos sensibles, profundos y nobles; Cuando la realidad indica que solo estamos en búsqueda de lo que egoístamente deseamos en el ámbito de nuestras vidas en el cual nos sentimos total o parcialmente vacíos y necesitamos sentirnos importantes sin tomar a consideración el riesgo al cual nos exponemos al quemar o ser quemados.

¿Qué nos queda después del beso? o ¿de las ilusiones?... eso me pregunté cuando ya había bajado el calor de los cuerpos, cuando el amor al momento murió después del máximo punto de éxtasis... Realmente no nos queda nada importante; llenamos poco a poco el baúl de las experiencias inútiles, los besos y las caricias de amantes fugaces y los miedos que adquirimos tras la equivocación.