Día a día encontramos la gran coyuntura que existe entre nuestros
queridísimos supuestos y la realidad. Aquello que anhelaríamos que fuera de la
manera que esperamos y lo que en sustantividad se efectúa como resultado de
diferentes acciones y pensamientos.
Día a día se nos ofrecen tantas oportunidades de creer en supuestos y ni
siquiera nos osamos a pensar o siquiera a dudar en que las promesas que se nos
hacen no van a ser cumplidas y que las
cosas que tenemos no podemos darlas por sentadas, teniendo en cuenta que todas
las cosas son perecederas. ¿No valdría la pena dudar? ¿No valdría la pena ser escéptico
ante la mayoría de las cosas que se nos plantean?
En la vida se nos da una supuesta trayectoria a seguir, se nos enseña que
él dinero es éxito y felicidad, qué las amistades jamás se pierden si se saben
cultivar, qué se debe perdonar y olvidar, qué habrán sueños que jamás se cumplirán
por falta de oportunidades ó que el dinero siempre será la ventana por la cual
mirar y cumplir tus objetivos a cabalidad. Pero en realidad no hay día en el
cual no me cuestione. ¿Y si no es así? ¿Y si hay más caminos? He descubierto
con el paso del tiempo que las amistades se pierden muchas veces por intereses
o qué quizá nos damos cuenta que esa relación no fue pura y transparente, no
fue una relación que valiera la pena para desgastarse día tras día hablando con
alguien y compartiendo diversas experiencias, las cuales a la larga serian desechadas
y menospreciadas por alguna de las dos partes.
Asimismo muchas veces he tenido largas discusiones dentro de mi cabeza,
siempre llegando al mismo punto ganador “El dinero no es la puerta a los
sueños, los sueños se alcanzan con esfuerzo, corazón y valentía”.
Me di cuenta al mirarme ante un espejo que no solo veo mis ojos, veo sus
experiencias, veo las lágrimas que de ellos salieron y quemaron mi corazón mientras
cruzaban su trayecto desde mi lagrimal hasta mis labios. Puedo observar mis
labios, los cuales en días de alegría rieron y mostraron una verdadera sonrisa,
y aun así en días amargos gritaron, callaron y fueron amordazados quizá por el
dolor ó la culpa. Pero… ¿a qué quiero llegar?
Y me respondo con plena honestidad; El perdonar me hace bien, alivia mi
alma y me acerca a Dios, aún así ni porque yo lo desease podría olvidar, el
recuerdo es la única experiencia vívida la cual nos vuelve conscientes de que
el mismo error no se comete dos veces, que los corazones no deben lastimarse adrede
y que las promesas que se dicen deben ser cumplidas o recompensar dado el hecho
a las personas a las cuales les falle.
Tantas evidencias, tantos sentimientos; encuentro verdades hasta debajo
de una piedra con la cual habré podido tropezar en mi trayectoria predilecta de
vida, estas evidencias me han hecho caer en cuenta que los supuestos, son solo
eso… SUPUESTOS. Sabiendo ahora que la vida y las metas deben salir de los parámetros
que el mundo nos plantea, viendo absolutamente sin fijarnos en lo que se supone
debemos soñar, sentir, hablar o vivir.