radiante

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tomada por: Angelica Ardila

sábado, 16 de febrero de 2013

solo y acompañado

No puedo escribir, he buscado inspiraciones en las calles intentando escuchar las historias de las almas desnudas que se esconden detrás de mascaras sean ya de fortaleza, orgullo o timidez. busqué relatar tragedias y alegrías, tanto de vidas ajenas como de mi propia existencia.

Quise hablar tanto y de tanto que le quise no pude sacar las palabras de mi boca y como resultante me quedo un nudo insípido y doloro en mi garganta. desee cantarle con el corazón al amor pero me dio miedo y callé, quise argumentar con su ausencia pero no me escuchó y decidí no volver a hablarle.

Quizás podré hablarles de la soledad en medio de un tumulto de gente, donde nadie le habla a nadie a menos de que le convenga.. aquí en este arrume de gente donde las palabras que se escuchan no se dicen directamente, todos los días jugando al teléfono roto estamos millones de gentes, mientras la lluvia invade la ciudad la neblina invade mi mente y me rodea de preguntas que a simple vista parecen inservibles pero que poco a poco me doy cuenta me ayudan a entender mi propio ser. ¿quienes somos? si es que acaso somos diferentes el uno del otro porque ahora todo es tan igual y tan diferente que la dimensión que tenemos de realidad se pierde como al juntar en el horizonte al océano con el cielo.

Quizás ser solitario sin estar solo sea esto, escribir sin palabras en papel y ver miles de rostros sin saber que hacer.

miércoles, 6 de febrero de 2013

estrellas de placeres, sueños y llantos

Empecé el día contando estrellas... si, el día. Contaba las estrellas que he visto durante toda mi vida. Las clasificaba por tamaños, brillo y momentos importantes; eran estrellas reales e imaginarias.

No pude acabar de verlas pero, ¡eran tan hermosas! algunas dolorosas otras eran nostálgicas y otras tantas risueñas, eran estrellas, eran mis estrellas aquellas que siempre amé las mismas que dentro de mis pupilas se albergaban y se desplegaban en forma de memorias liquidas por mis lagrimales, haciendo una ardua travesía a través de mis mejillas.

Recuerdos les llamé a mis estrellas, eran de todos los colores. habían rojas carmín  otras azul petroleo, tal vez unas tan doradas como el oro y finalmente las que mas admiraba en este amanecer fueron las blancas porque eran símbolos de esperanza y pureza.

Quizás no vuelva a ser la misma de ahora en adelante, tal vez decidí olvidar los agujeros negros y recordar las estrellas ... Y así fue como me levanté de la cama una vez más y por estar pensando en universos de sueños, placeres y llantos se me hizo tarde y ni me alcancé a desayunar.