radiante

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tomada por: Angelica Ardila

miércoles, 21 de octubre de 2015

Apología al Abandono

Disculpame por haberte abandonado vida mía, se que no es excusa el tiempo o los afanes de la existencia humana el abandonar un hijo a su suerte... llevo más de un año sin saber de ti, sin saber lo que has crecido o que hubiese sido de ti si yo tuviere la valentía suficiente para escucharte y llevarte de la mano por este mundo miserable, que requiere de tanto amor y cariño que a la gente, en su mayoría se le ha podido olvidar que es cuidar del otro y mira nada más, aquí estoy yo para la muestra de un dedal.

¿Que si he parido ?, la respuesta es no, al menos no de la manera asociada al nacimiento físico o la procreación, he dejado abandonado a mi hijo pero tal vez nadie más lo conozca, nadie lo ha visto jugar en mi cabeza y ayudarme a desahogar o desfogar lo que pienso de tal manera tan creativa y audaz.¿Cómo no llamar tu hijo a aquella criatura que te inquieta en la madrugada por un poco de atención, requiere de cuidados, te llena de alegrías, te causa enfados o en momentos solemnes logra hacerte llorar?

Hubo un tiempo donde la unión fue tan grande, que no podíamos vivir sin el otro ni un solo día, ¿y ahora?... Tal vez lo único que puedo hacer ahora, es pedirte perdón por todo el tiempo que me pediste a gritos y no te escuché por estar correspondiendo a mis deberes o huyendo de ellos; creo que a veces los humanos no entendemos que no siempre lo urgente es lo importante, a veces las cosas de mayor relevancia son aquellas que ameritan cuidado pero no te exigen de más (claro está, a menos de que esa sea nuestra motivación de vida), nos exigen algo de pasión, esmero, crecimiento y que aunque nos duela sacarlo adelante siempre lo hagamos con alegría y agradecimiento.

¿Pero que pasa si te he abandonado por prepotencia  o negación al destino y su propósito divino de crear procesos de catarsis para mi y para otros que le leen?. Esta es una pregunta constante que me realizo todos los días sin eludir pensamientos. Pero dime tu ¿Ya que más hago?, solo te puedo visitar en mis ratos de ocio, no te puedo brindar la dedicación y esfuerzo que debería y tu mientras tanto mueres en otra cabeza que no es la mía y yo tal vez me muero en una realidad ajena a lo que soy.

Espero me puedas perdonar, y me pueda perdonar por dejarnos morir en un lecho de sombras... Sin más que la esperanza de que en algún día la vida tenga la suficiente gracia con nosotros para poder volver.