radiante

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tomada por: Angelica Ardila

jueves, 10 de abril de 2014

Una loca

Yo te admito que estaba medio loca o peor aún loca y media; yo también confieso que esto hacía algún tiempo no pasaba, que nunca mi respiración se entrecortaba. Te juro que sentía un fantasma que no salía de mi cabeza, aquella presencia me atormentaba en tu ausencia, podía desesperarme si le venía en gana y tenía una manera particular de provocarme; a veces llegaba un sabor curioso a mis labios y siendo sincera nunca supe describir cual era la sensación tentadora que surcaba mi lengua y paladar cuando recuerdos llegaban a mi mente... ¡Ah si!  Es que se me olvido mencionarte que cuando yo te recordaba me volvía loca y media, que son tus besos cuando te encuentras ausente los que cruzan mi cabeza.

Yo no sé como explicarle que aveces el tiempo no pasa, que usted y su ausencia son aquel fantasma que no se atreve a dejarme en paz y heme aquí escribiendo tan pocas cosas que quizás usted nunca va a leer porque tal vez nunca se lo permitiré; de pronto esos son los riesgos de andar besando locas, ¿quien le asegura a usted que ellas quieran salir de su boca? O ¿qué su imaginación audáz le brinden descansó alguno?... No lo sé decida bien si las locas valen la pena como para que usted las adentre en su vida o si prefiere mejor que esta rara se quede en el manicomio viendo fantasmas y sintiendo como se desvanecen sus aromas y sus besos en las capas de una piel que poco a poco se va cayendo, ¿acaso quiere eso? O ¿ prefiere sellarla con la cera de sus besos?

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