radiante

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tomada por: Angelica Ardila

martes, 22 de abril de 2014

Mariposa

Yo me encontraba sentada afuera de la casa durante la noche con el alma semidesnuda; no era de extrañarse que me encontrase algo dispersa observando todo aquello que me rodeaba.

Me sentía tan ligera, sin más preocupación que observar un cielo despejado y tan lleno de estrellas que parecían un cúmulo de escarcha pero luego de repente tu apareciste, tan frágil, con tanta gracia... Y me pregunté ¿acaso tú sabes qué es lo que significa estar viva? Aquella pequeña mariposa poseedora de un vuelo tan sincronizado y espléndido empezó a apróximarse al fuego de mi fogata y exclamé ¡pues claro que lo sabes!

Te confunde aquella luz brillante
¿Por qué te acercas?
¿Acaso no sabes que quema?

Ella no entiende de peligros
Vive de instintos 
Vive de pasiones
Algo no muy distinto a nuestras emociones

Prontamente mi poesía fue irrumpida en mi cabeza cuando recordé que estaba tranquila tal vez porque después de mucho tiempo me sentí viva, con tanta vitalidad como la de aquella mariposa que jugaba con el calor y el brillo tan atractivo.

Ésta criatura danzaba como todos lo hacemos en algún momento de la vida; danza que nos atrapa, nos seduce a bailar con ella sin garantía alguna de no salir lastimado y con la única promesa de morir.

“Sé que en las últimas semanas me he sentido como tú” le dijo a la mariposa. Cuando te veo volar con tanta naturalidad recordé los triunfos, la estabilidad, la tranquilidad... Casi la muerte; por otra parte cuando el calor te consume a mi mente vinieron recuerdos de ocasiones en las cuales lloré, abracé, soñé, me frustré, me arriesgué, besé, escribí... En fin en todos aquellos momentos que resaltaron en mi vida y que serán frutos de mis acciones hasta que la tranquilidad me aleje de volar hacia el fuego o hasta que el brillo y el calor lleguen a tentarme de tal manera que al final termine acercándome tanto al fuego que a la vida no le quedará más opción que extinguirme y convertirme en cenizas.

Cenizas que guardan dentro de sí la alegría de un ser que se sintió vivo y no tuvo miedo de quemarse pero, pasó un incidente mientras le hablaba a ella... La mariposa se acercó tanto al fuego que se quemó y posó sus alas ya chamuscadas sobre el piso, recordándome que llegamos a la vida con aquella única promesa de llegar a la muerte y que nosotros somos quienes decidimos en que fuego vale la pena quemarse.

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