Empecé el día contando estrellas... si, el día. Contaba las estrellas que he visto durante toda mi vida. Las clasificaba por tamaños, brillo y momentos importantes; eran estrellas reales e imaginarias.
No pude acabar de verlas pero, ¡eran tan hermosas! algunas dolorosas otras eran nostálgicas y otras tantas risueñas, eran estrellas, eran mis estrellas aquellas que siempre amé las mismas que dentro de mis pupilas se albergaban y se desplegaban en forma de memorias liquidas por mis lagrimales, haciendo una ardua travesía a través de mis mejillas.
Recuerdos les llamé a mis estrellas, eran de todos los colores. habían rojas carmín otras azul petroleo, tal vez unas tan doradas como el oro y finalmente las que mas admiraba en este amanecer fueron las blancas porque eran símbolos de esperanza y pureza.
Quizás no vuelva a ser la misma de ahora en adelante, tal vez decidí olvidar los agujeros negros y recordar las estrellas ... Y así fue como me levanté de la cama una vez más y por estar pensando en universos de sueños, placeres y llantos se me hizo tarde y ni me alcancé a desayunar.
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